miércoles, 21 de julio de 2010

La Bruja Cocinera

Extraído de pequelandia.org

La Bruja Cocinera (Autor: C.J.R.)

Había una gran cabaña de madera en el bosque donde todo el mundo decía que vivía una bruja muy mala, muy mala. Nunca nadie se había atrevido a entrar. Un día mientras recogía hojas para un trabajo de su escuela, un chico se acercó a la cabaña. La curiosidad le llevó a entrar al jardín, y luego se acercó a una de las ventanas de la cabaña, pero no pudo ver nada. Como quería saber lo que había, pensó que no le pasaría nada, y entró en la casa. Parecía que estaba vacía que no había nadie. Pero al fondo divisó una viejecita que removía la cuchara junto al fuego. Se acercó con mucho cuidado, y la tocó en el hombro. -Buenas tardes, señora. - Hola muchacho - respondió ella. ¿ No tienes miedo de mi. ? La pobre anciana estaba muy arrugada y no tenía dientes. El muchacho dijo que no. La anciana se puso muy contenta e invitó al muchacho a merendar. Le contó que de joven había sido un hada buena, pero cuando se había hecho mayor todo el mundo creyó que era una bruja, y no podía ir a la ciudad. Ya se había acostumbrado a vivir sola en aquella cabaña, pero siempre le gustaba pensar que algún día alguien entraría a verla. Y así fue. Como el muchacho fue tan amable con ella, le dijo que le pidiera un deseo, pues se lo concedería. Y el muchacho de buen corazon viendo a la anciana tan contenta por su visita le pidió que su jardín se convirtiera en un parque infantil para niños. Y asi fue, todos los niños jugaban allí y la anciana les hacia la merienda, siendo muy feliz, muy feliz al saber que la gente ya no le tenía miedo. Y todo el mundo la llamaba cariñosamente la bruja cocinera.

(Consejo: No hables mal de otros niños sin conocerlos.)

jueves, 15 de julio de 2010

Emilia Ferreiro

Hubo una época, hace varios siglos, en que escribir y leer eran actividades profesionales. Quienes se destinaban a ellas aprendían un oficio, y a este oficio se dedicaban el resto de sus días.
En todas las sociedades donde se inventaron algunos de los 4 ó 5 sistemas primigenios (China, Sumeria, Egipto, Mesoamérica y, muy probablemente, también el valle del Hindus) hubo escribas, quienes formaban un grupo de profesionales especializados en un arte particular: grabar en arcilla o en piedra, pintar en seda, tablillas de bambú, papiro o en muros, esos signos misteriosos, tan ligados al ejercicio mismo del poder. De hecho, las funciones estaban tan separadas que los que controlaban el discurso que podía ser escrito no eran quienes escribían, y muchas veces tampoco practicaban la lectura. Quienes escribían no eran lectores autorizados, y los lectores autorizados no eran escribas.
En esa época no había fracaso escolar. Quienes debían dedicarse a ese oficio se sometían a un riguroso entrenamiento. Seguramente algunos fracasaban, pero la noción misma de fracaso escolar no existía (aunque hubiera escuelas de escribas).
No basta con que haya escuelas para que la noción de "fracaso escolar" se constituya. Veamos un símil con una situación contemporánea: tenemos escuelas de música, y buenos y malos alumnos en ellas. Si alguien no resulta competente para la música, la sociedad no se conmueve, ni los psicopedagogos se preocupan por encontrar algún tipo peculiar de "dislexia musical" que podría quizás ser superada con tal o cual entrenamiento específico. Ser músico es una profesión; y quienes quieren dedicarse a la música se someten a un riguroso entrenamiento. Y, aparentemente, las escuelas de música, en todas partes, tienen un saludable comportamiento.

miércoles, 14 de julio de 2010

El león y el ratón. Fábula

Dormía tranquilamente un león, cuando un ratón empezó a juguetear encima de su cuerpo. Despertó el león y rápidamente atrapó al ratón; y a punto de ser devorado, le pidió éste que le perdonara, prometiéndole pagarle cumplidamente llegado el momento oportuno. El león echó a reir y lo dejó marchar.

Pocos días después unos cazadores apresaron al rey de la selva y le ataron con una cuerda a un frondoso árbol. Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oir los lamentos del león, corrió al lugar y royó la cuerda, dejándolo libre.

Días atrás le dijo , te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por tí en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos y cumplidos.

Nunca desprecies las promesas de los pequeños honestos. Cuando llegue el momento las cumplirán

lunes, 12 de julio de 2010

Para que los más pequeños puedan crear


PRIMERA PROPUESTA: miro la imagen y cuento: ¿Quién es el personaje?, ¿Dónde vive?, ¿qué cosas hace a diario?, ¿Qué va a hacer ahora?, ¿Cómo es su estado de ánimo?...
Los trabajitos deben estar firmados con nombre, apellido y edad.

La importancia de la escritura

A pesar de que el niño llega a la edad de dominio de la escritura luego de muchos años de producir textos orales, son bien conocidas las diferencias que plantean unos de otros.
En cuanto a la producción de textos orales, podemos decir que es de transmisión inmediata, y siempre que se comete un error, sea éste enmendado o no, queda en la memoria de los interlocutores, pero no queda asentado en ninguna parte. Por el contrario, los textos escritos, llegan al receptor o los receptores en diferido y requieren de ciertos dominios algo complejos: por un lado, el escritor debe conocer y combinar las reglas del código escrito (ortografía, gramática, etc), pero además debe manejar ciertos procesos que le aseguren el éxito de la composición del texto (adecuación, coherencia, cohesión)
Como puede observarse, el camino a la escritura no es simplemente la asignación de letras a los sonidos de las palabras, sino que se trata de un proceso un tanto más complejo.Pero no por su complejidad, debe ser aburrido.
Por ello, a través de este espacio, me propongo incentivar la escritura (y la lectura) en los más pequeños. Espero que los consejos e ideas que aquí encuentren, resulten útiles para padres, docentes, alumnos, etc.
Los espero a todos en Los Mini Escribas !!!!!!!!!!!!!!